martes, 4 de septiembre de 2012

"La legalización de las drogas: un problema de paradigmas e instituciones"

Francisco Thoumi, una de las voces más autorizadas a nivel mundial sobre el problema del tráfico de drogas, habló con Semana.com y analizó ampliamente los distintos ángulos de este debate y de cuál debe ser el camino para hablar de drogas en el marco internacional. 

Casi dos décadas después de la muerte de Pablo Escobar, las autoridades hacen un hallazgo de proporciones históricas. Se trata de un papel encontrado entre cenizas y que contiene el discurso escrito por el célebre capo. En el documento está el discurso que el narcotraficante tenía previsto pronunciar un día con el que soñaba: su proclamación como presidente de Colombia. En él, hacía referencia a su principal acto como mandatario: la legalización de las drogas. 

Por supuesto, el hecho es imaginario y el autor de ese discurso fantástico son los directivos del grupo de la compañía Mapa Teatro quienes fueron asesorados por Francisco Thoumi en la elaboración del discurso que le da el nombre a la obra titulada 'El discurso de un hombre decente' presentada el pasado diciembre en festivales de teatro en Bruselas y Essen, y hace un par de semanas en el festival Iberoamericano de Bogotá. 

A lo largo de su carrera profesional, Thoumi ha trabajado en la investigación y en el análisis del problema de las drogas ilegales en varias organizaciones. En las Naciones Unidas trabajó como coordinador del Informe Mundial de Drogas, en el año 2000. Aventura que no terminó como él esperaba. El motivo fue que el documento entregado por él constaba de 360 páginas y el que salió publicado tuvo 170 páginas. Después de conocer esta censura, Thoumi renunció a su cargo. 

El evidente fracaso de la lucha antidroga ha urgido a gobernantes, académicos y sociedad civil a que debatan sobre el asunto con el fin de encontrar una política que afronte la situación actual. ¿Cuál es el camino correcto para combatir y atender de la mejor manera el consumo y la producción de drogas? ¿Prohibición? ¿Legalización? o ¿Despenalización? Esa es la cuestión. 

Semana.com: ¿Usted cree que los jóvenes de hoy podrán algún día entrar a un restaurante, pedir un jugo de naranja, unos huevos fritos y terminar su desayuno con un porro de marihuana o una raya de coca? Claro, sin ser encarcelados. 

Francisco Thoumi: Parcialmente puede ser cierto y puede que esta persona lo haga en un momento de la vida con marihuana pero no con cocaína. Pero déjeme que le diga algo más allá de esa pregunta: el mundo es muy complejo y acá el problema es que ustedes, los periodistas, los intelectuales en Colombia y la gente que ha padecido la violencia asociada al narcotráfico, tienden a considerar que la prohibición es un gran fracaso, pero para una cantidad enorme de personas eso no es cierto. Las discusiones sobre drogas no son debates ni diálogos, son monólogos de sordos, en el que cada cual expone su posición, no refuta la contraria, y termina sintiéndose moralmente superior. 

El debate sobre las consecuencias del prohibicionismo es extraordinariamente difícil porque las interpretaciones de la evidencia dependen de los paradigmas profesionales y científicos, de la cosmovisión y de los sentimientos, valores, actitudes y creencias religiosas de cada cual. Por eso, la comunicación entre quienes apoyan posiciones contradictorias es casi imposible. 

Semana.com: ¿pero es posible cambiar las políticas? 

F.T.: La liberalización de las políticas actuales requiere domesticar su uso, ¿qué significa esto? Nosotros usamos cafeína, alcohol y tabaco, drogas domesticadas en la cultura occidental, es decir, aceptadas por las corrientes dominantes de las sociedades que las usan. El problema con la marihuana, por ejemplo, es que es una droga de la contracultura, y no de la cultura prevalente. Con la cocaína pasa lo mismo. 

El Régimen Internacional de Control de Drogas que regula las políticas mundiales limita el uso de las drogas psicoactivas a los usos médicos y de investigación científica. Esta regla práctica (rule of thumb en inglés) es un argumento desarrollado por un grupo de médicos, toxicólogos, penalistas, abogados, criminalistas, y religiosos que participaron en la elaboración del régimen internacional.

Este es un argumento de autoridad pero no científico porque no considera muchos aspectos importantes del fenómeno de las drogas psicoactivas, especialmente los que tienen que ver con el papel de esas drogas en la historia y usos recreativos, experimentales, rituales, mágicos, etc., de todas estas drogas a través de la historia de la humanidad. 

Además, si el uso médico y científico es un "principio fundamental" entonces el debate se puede abrir requiriendo que las Naciones Unidas expliquen por qué si sus propias cifras muestran que el alcohol y el tabaco matan a ocho millones de personas por año en el mundo, mientras que las sobredosis de drogas ilegales matan 100.000 o 150.000 personas, ellos no controlan esas drogas. Si la respuesta es porque están domesticadas en la cultura dominante, entonces el argumento no puede es científico, sino político. 

Semana.com: Es decir que se le debe exigir a la ONU que declare ilegal el alcohol o que explique cuáles son los criterios para decir porque una droga se controla o no… 

F.T.: Al pedir que expliquen la exclusión de alcohol y el tabaco se forzaría el debate sobre las características de cada droga lo que llevaría a aceptar tratamientos diferenciados de acuerdo a las consecuencias de cada consumo. Estos estarían basados en la evidencia y argumentos científicos modernos y no en los conceptos de esos sabios que se reunieron a elaboran el régimen internacional en la primera mitad del siglo XX.

Semana.com: ¿Legalización? ¿Despenalización? ¿Regularización? o ¿Prohibición?, ¿Cuál de estas políticas da mejores resultados? 

F.T.: Ninguno. Para responder esa pregunta es necesario saber cuáles son los controles sociales que se aplican a cada droga. Por ejemplo, refiriéndose a la experiencia de los Estados Unidos todo el mundo dice que la prohibición al alcohol ha sido un gran fracaso; perdóneme pero la prohibición ha sido muy exitosa históricamente en partes importantes del mundo. Afganistán, Irán, Yemen, Arabia Saudita son países ejemplo de eso.

Es cierto que en ellos hay mercados ilegales, aunque pequeños, pero las estadísticas de muertes por cirrosis, la violencia familiar y los accidentes de tráfico atribuibles al alcohol son muy bajos. El éxito de esta prohibición radica en que viene de un consenso religioso.

Semana.com: Hablemos de las consecuencias asociadas a las drogas… 

F.T.: Cuando se habla de consecuencias, estas son locales y la gente que expresan sus quejas lo hacen basadas en una concepción local del problema. Sin embargo, es curioso que esas mismas personas sin tener una concepción global, afirmen que el problema es global y por tanto consideran que la solución debe ser global.

Por ejemplo, las comunidades estadounidenses buscan eliminar el problema en 'la fuente', es decir afuera. A su vez, en Colombia, México y Centro América buscan que el mundo 'legalice'. En los Estados Unidos su solución global no tiene en cuenta los problemas en el exterior y en los países latinoamericanos pasa lo mismo. En ambos casos buscan que el mundo exterior les resuelva su problema interno. 

El caso de la violencia asociada al narcotráfico es un ejemplo similar al anterior: en Latinoamérica todos 'sabemos' que las drogas 'causan' violencia. Sin embargo, la evidencia histórica al respecto es clara: durante la gran mayoría del tiempo en la gran mayoría de países, los mercados ilegales no son violentos. No hay duda de que en muchas situaciones el narcotráfico ha sido un detonador de la violencia, pero esa no es su causa. 

Basta comparar tasas de homicidios en el mundo para confirmar este punto: en los países del Asia Central (Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán y Turkmenistán) por donde pasa una cantidad de narcotráfico igual o mayor a la que transita por Centroamérica y México, la tasa de homicidios 6,6 por cada cien mil habitantes, mientras en México (que está en crisis) es de 18, en Colombia (donde ahora es 'baja') es de 33, en Guatemala 39, en El Salvador 71 y en Honduras (campeón mundial) 86.

Semana.com: Entonces, ¿Cuál es el problema que tiene Colombia? 

F.T.: El problema que tiene Colombia es una combinación entre un Estado que no controla muchas partes del territorio y una sociedad que no controla los comportamientos individuales, por eso no podemos decirle al mundo: señores para nosotros es natural producir drogas y matarnos por lograr las grandes utilidades ilegales generadas en ese mercado y la culpa es de ustedes porque crean los incentivos y nosotros no podemos resistirnos. 

¿Por qué mientras la cocaína era legal, Colombia no exportó ni una hoja de coca ni un gramo de cocaína? La respuesta es que cuando en el mundo se declara ilegal un producto fácil de hacer, y su producción se concentra en algún lugar, lo hará donde haya menor riesgo, es decir donde sea más fácil violar la ley. 

Ante esto el mundo piensa lo siguiente: "si ustedes insisten en que es natural matarse, cuando hay grandes ganancias ilegales fáciles de obtener, eso es problema suyo, no nuestro". Aunque ciertamente jamás va a decirlo porque no es políticamente correcto hacerlo. 

Semana.com: Aunque con menos bombo del que se había hecho en los medios, en la Cumbre de las Américas se habló de drogas ¿Por qué fue importante que esto sucediera?

F.T.: Por qué muchos gobiernos ya han aceptado que las políticas puramente represivas no han dado los resultados que esperaban. La Cumbre acaba de suceder y hay que esperar a los resultados, pero ya las presentaciones de los presidentes Obama y Santos son muy alentadoras porque ambos han enfatizado el problema institucional tanto de los Estados Unidos como de Colombia. 

El presidente Obama reconoció la necesidad de disminuir el consumo en los Estados Unidos pero también en cambios institucionales y estructurales en la América Latina. Esto da las bases para empezar a abrir un debate serio. Es decir, da legitimidad a la discusión de un tema que ha estado en las discusiones de analistas y académicos hasta ahora “poco realistas”. 

Sin embargo, de la Cumbre no podían salir cambios sustantivos en políticas. Lo único que puede hacer es proponer la evaluación de las actuales. Sin duda, la 'legalización' no es un tema de debate. Lo que se puede negociar con Estados Unidos es ¿cuánta ayuda van a dar para el fortalecimiento de las comunidades, del sector social? Por eso, el tema debe ir a las Naciones Unidas que establecieron el Régimen Internacional de Control de Drogas.

Semana.com: ¿Cómo se llega allá? 

F.T.: Ningún país de manera individual puede llegar allá. Es necesario forjar una coalición de países que en bloque le pidan a las Naciones Unidas abrir el debate. Así ningún país tendría temor de consecuencias indeseables. A mí me parece que una fórmula es que los países se adhieran a los Estados que apoyaron la solicitud boliviana de legalizar el 'mambeo', que son España, Costa Rica, Uruguay, Ecuador, Venezuela, y Portugal. Es probable que México, Colombia, Guatemala, Honduras, Perú Brasil, Argentina y Chile adhieran a esta posición y que algunos europeos hagan lo mismo.

Kofi Annan, prohibicionista mientras estuvo en la ONU, hoy está en la Comisión Global de Políticas de Drogas porque teme las consecuencias del narcotráfico en el África Occidental, especialmente en Ghana, su país. Es posible que algunos países de esa zona también adhieran a una propuesta para abrir el debate. 

Semana.com: Cesar Gaviria señaló recientemente que nosotros (Colombia y Centroamérica) mantenemos una sangrienta guerra para evitar que Estados Unidos tan siquiera hable del tema. ¿Cuál es la responsabilidad de ellos en lo que nos sucede a nosotros? 

F.T.: Ante todo, tengo una gran admiración al expresidente Gaviria por sus esfuerzos en la Comisión Latinoamericana de Drogas y Democracia y ahora en la Comisión Global de Políticas de Drogas. Sin duda el desangre experimentado en algunos países, y que muestran las cifras arriba mencionadas, han hecho que muchas personas en Colombia y otros países argumenten, como frecuentemente lo hacia el ex vicepresidente Francisco Santos, que en la “guerra contra las drogas nosotros ponemos los muertos”. 

Sin embargo, como argumenté arriba, el narcotráfico es un detonante pero no una causa de la violencia. Para que las drogas sean un detonante es necesario que la estructura, tanto física como institucional del país sea vulnerable, es decir, que permita el surgimiento de organizaciones criminales fuertes cuando hay algún incentivo monetario importante.

En el siglo pasado, en los años cuarentas y cincuentas, por ejemplo, los incentivos eran internos: la propiedad de la tierra y el botín del Estado, y padecimos La Violencia. Por eso, la única solución es cambiar las estructuras de la sociedad para aumentar fortalecer el 'sistema inmunológico' y levantar las 'defensas' sociales contra la ilegalidad. 

Para terminar, es horrible que Colombia 'ponga los muertos' pero es mucho más grave que Colombia ponga los asesinos, nacidos, crecidos, educados y socializados en Colombia, es decir, que son producto de la sociedad colombiana.

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